12 junio, 2007

Londres-Madrid I


Día 23: 25/11/01

¡Efectivamente!, tan poco que ya estamos en Heathrow, como al principio, pero no de ida sino de vuelta. Ya me noto un poco mareado, no se si será el vuelo nocturno desde Johannesburgo o el incremento tensional producido por el hecho de que mañana ya trabajo y volvemos a lo mismo. En fin, que me quedan aún cuatro o cinco días por contar.

Quedábamos llegando a Maún, donde, efectivamente, comimos en una especie de Mac Donald’s local hamburguesas y demás. Inmediatamente a la avioneta a sobrevolar el Okavango, ¿u Okawango?, miraré en interné. (Búsqueda con Google: Okavango 36.000 entradas, Okawango 1600).

Lo que me impresionó más que nada del vuelo fue la planicie total que era todo aquello. Sabiendo que el suelo de Bostwana es arenoso en más de un 70% del territorio se comprende el fenómeno del Okavango. Es como si derramases un cubo de agua en un extremo de una gran playa, en la zona de la arena seca: se forma un pequeño charco y después el sol y la arena hacen el resto, el agua no va a ninguna parte. Pues esto lo mismo, salvando las debidas proporciones: Bostwana el inmenso arenal plano, Okavango el cubo de agua. El resto lo típico que se ve desde una avioneta, los hipopótamos parecían rebaños de ovejitas mientras pastaban tranquilamente en grupos al borde de las charcas. La otra cosa que me llamó la atención fue la estructura urbana de Maún: un inmenso poblado de chocitas, como las que se ven en la película de ‘Las minas del rey Salomón’, con su pequeño cercadito. Está claro que la gente hace la vida en la calle y que apenas tienen bienes personales por un problema meramente físico: no se pueden tener muchas cosas en una choza de cuatro-cinco metros de diámetro. También tienen todos una caseta aneja, mucho más pequeña, que debe de ser la toilet. En fin, que bajamos de la avioneta completamente mareados y decidimos que había sido todo más culpa de las hamburguesas que de los altibajos del viaje aéreo.

Inmediatamente después para el bus a hacer kilómetros. No podíamos ir directamente a la zona de Chobe pues la ruta directa era sólo para 4*4. Pasamos toda la tarde en el ya clásico estilo bus, con paradas solo-pis en las que cada uno hacía brevemente lo que más le apetecía: contemplar el paisaje, con meantes incluidos, desde el techo del camión; echar un pitu; etc. Finalmente llegamos a pasar nuestra penúltima noche de camping a un sitio llamado Planeta Baobab, por tener en la zona de acampada algunos de esos inmensos, indescriptibles, impresionantes, todo lo que queramos decir, árboles. Tenían además una sede social bastante aceptable, con unas lámparas hechas a base de botellas de cerveza.

Al día siguiente, tras nuevo madrugón, toda la mañana en el bus con el plan de siempre, rumbo a Chobe, a donde llegamos a mediodía para acampar e, inmediatamente, iniciar el tour local que fue intenso y completo.

En primer lugar nos montaron en una especie de barcaza y nos internamos por el río en donde, muy cómodamente desde nuestro/a ¿.......? (rellénese con el correspondiente nombre en castellano que yo desconozco, ¿balsa? ), pudimos contemplar todo tipo de aves, hipopótamos, cocodrilos, elefantes tomando el baño, un búfalo enfermo y aislado, etc, etc. ¡Parecía más un parque temático que un lugar natural! Estábamos todos exultantes y encantados, un paseo maravilloso. La segunda parte fue terrestre. Nos adentramos en el parque en un camión descubierto con amenaza de tormenta tropical incluida. Vimos leones de nuevo y no muchas más cosas. Los árboles estaban como quemados y parecía que el propio bosque estaba en peligro de extinción. Según nos explicó el guía esto era debido a la superpoblación de paquidermos. Curiosamente en este paseo terrestre sólo vimos una pequeña manada, justo a la salida del pueblo y antes de entrar en los límites del parque.

Volvimos, cenamos, charla resumen del día de los españoles, juerga hasta las tantas de los Irish, un día más, último de la tienda. Yo ya miraba a Junior (ya dije que así se llamaba nuestro camión) con una mezcla de cariño, pena...... como a un ser muy querido al que sabes que estas viendo los últimos momentos. Iba para Vic Falls con muy poca ilusión. Además sabía que aquel era el típico lugar hiperturístico, un number-one de los destinos internacionales en Africa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

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Lagavulin dijo...

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