El Gran Hermano está llegando
Hace años fui testigo de un incidente urbano en una pequeña capital de provincias.
El protagonista aparcó en doble fila y se bajó a comprar algo en un kiosko cercano. Cuando volvió su coche ya había sido enganchado por la grúa municipal. Se inició un discusión con el agente de la policía local. La gente se arremolinaba alrededor, yo pasaba por allí y me paré a observar desde unos quince metros. Hubo un forcejeo y pocos segundos más tarde se escuchó un disparo. El policía acababa de descerrajar un tiro en el abdomen al agresivo infractor. Falleció en el hospital poco después.
En la investigación posterior, seguida por mi con curiosidad a través de la prensa local, apareció repentinamente un 'objeto contundente' que yo desde luego no aprecié en el momento. Tampoco la ocasión o manera en el que el después fallecido lo pudiese obtener. Todo duró unos pocos segundos, a lo sumo dos minutos, y los dos individuos estuvieron todo el tiempo uno frente a otro. Sí es cierto que el policía recibió algún empellón.
Nadie en la prensa sembró dudas sobre la versión oficial. El policía, creo recordar, que fue castigado con unos meses de inhabilitación y eso fue todo.
Yo me escandalicé por todo, especialmente por el tratamiento del asunto por la prensa (tres o cuatro notas haciendo alusión a la versión oficial) y por el ejemplar castigo. También me pregunté, en esa y otras ocasiones similares, sobre la necesidad de que nuestras policías locales porten armas de fuego, por lo visto a todo el mundo le parece muy normal, no es un tema de debate.
En otras dos ocasiones he podido comprobar como ha tratado nuestro cuarto poder asuntos que yo conocía por proximidad. El resultado fue también desalentador. Todos ellos fueron cuestiones bastante nimias pero en los medios las vi completamente distorsionadas. Siempre arrimando el ascua a los poderes establecidos. ¿Que pasará entonces con los asuntos realmente importantes? Creo que a estas alturas todos lo sabemos.Pero ahora algo está cambiando. El Gran Hermano comienza de verdad a verlo todo. Y no parece que vaya a ser de la manera en que Orwell nos lo contó. Hay muchas señales. Podemos incluso llegar a 'ver' de una manera bastante objetiva lo que de verdad interesa a nuestros políticos.
Siempre he pensado que en una sociedad democrática, con un verdadero estado de derecho funcionando, el ciudadano normal, si es honrado, no debería tener nada que temer ante el aumento de todo tipo de controles, eso que se llama la desaparición de nuestra intimidad. Son otros los que tienen mucho que perder. Ojalá se vigilen, por ejemplo, todas las cuentas corrientes y los movimientos de capitales de manera transparente, y un curioso cualquiera pueda seguir los movimientos de cualquier euro mediante la herramienta adecuada. Todo llegará.
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