29 octubre, 2006

El Sólo-Votante

Hay quien propone el voto en blanco como el método para hacer saber a nuestra clase política que no estamos de acuerdo con como llevan los asuntos del país. Según su argumento si un porcentaje significativo del cuerpo electoral votase de esa manera estaría transmitiendo un mensaje claro a la partitocracia.

¿Claro? ¿Cual sería el mensaje? Elijase lo que proceda: que no nos gusta la constitución, que preferimos listas abiertas o que no nos gusta el sistema electoral, que vemos corrupción por todas partes, que nos parece que el poder judicial es poco independiente respecto a los otros dos poderes, que no se tiene en cuenta al ciudadano, que no hay democracia real, que..., que,,,,, que...., que todo lo anterior a la vez.

Veamos un caso similar: ¿que quisieron decir los ciudadanos holandeses o franceses cuando votaron no en referéndum a la llamada Constitución Europea? Sólo que no les gustaba. Pero, ¿qué fue lo que no les gustó?, ¿qué se podría modificar para que el sí ganase? en realidad nadie lo sabe.

Es cierto sin embargo que al votar a un partido político estamos dando una especie de cheque en blanco a todos los partidos para que actúen según les parezca, les facultamos para su labor, buena o mala. Después podemos criticar ferozmente en nuestra tertulia como lo hacen pero eso, ya lo sabemos, es completamente estéril.

Ante este estado de las cosas nos embargan la impotencia y la melancolía: la democracia, tal como la conocemos, es algo mejor que otros sistemas de aciago recuerdo, pero sigue teniendo enormes limitaciones. Y lo peor es que parece que se puede hacer poco al respecto. No somos capaces de imaginar como a base de votar podemos mejorar la situación.

Habitualmente las mejoras obtenidas en cualquier asunto son directamente proporcionales al esfuerzo realizado. Por tanto no deberíamos confiar en que por el mero hecho de introducir una papeleta en una urna cada ciertos años, aunque lo hagamos millones de personas, se vaya a modificar de una manera relevante la realidad que nos rodea. Esperar tal cosa sería verdaderamente de una enorme ingenuidad política, cosa de niños, no de adultos hechos y derechos o de verdaderos ciudadanos de un país democrático. Después, también como niños, nos enfadamos y pataleamos porque las cosas no van como quisiéramos.

El Sólo-Votante poco aporta y en consecuencia poco debería esperar.

Votar es necesario y un gran avance pero en absoluto es suficiente. Como ciudadanos que quieren que su sistema político sea cada vez mejor tenemos que esforzarnos para que eso suceda. Tenemos que hacer algo más. De lo contrario seguiremos en manos de los políticos profesionales y ya se puede ver como nos está yendo.

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