Hostal de la Sal
12/11/07
Acaba de anochecer y empiezo a escribir a la luz de una vela, se supone que cuando ya no veamos un pito nos darán luz y podremos ver mejor. Es un hotel un tanto especial, modesto y con paredes suelo y mobiliario de sal, el aspecto general y el ambiente me recuerdan a un caravanserai.
Quedamos entrando en Bolivia por una pista en plena cordillera andina a 4.000 metros, altura a la que estaríamos todo ese día. En la frontera pasamos nuestros bártulos a tres toyotas de aspecto bastante castigado pero que se han portado realmente bien a la hora de la verdad.
El recorrido ese día fue una sucesión de volcanes de diversos aspectos y colores, con zonas bajas más o menos anchas y sin apenas vegetación por las que circulábamos y que, de vez en cuando, se abrían a preciosas lagunas multicolores llenas de flamencos. El cielo era completamente azul y el colorido de los pelados volcanes de todos los tonos entre el gris y el ocre. Subidas, bajadas, polvo, paradas para foto en lugares bellísimos, así trascurrieron el día de ayer y la mayor parte del de hoy. Definitivamente uno de los lugares más bonitos que yo he visto, un paisaje del los grandes.
Hicimos una parada para ver una zona de géiseres o pozas de lodo hirviendo que me impresionó pues en un pequeño espacio se daban todas las combinaciones de densidad, color, burbujeo, salpiqueo y demás manifestaciones de los líquidos barrosos, muy espectacular. Por ejemplo había una poza con el agua completamente naranja y lisa y un metro más allá otra de un barro grisáceo, espeso y burbujeante. También nos dimos un estimulante y agradable baño de aguas termales a una temperatura estupenda.
Finalmente ayer llegamos para dormir a la Laguna Colorada, con aguas del color de su nombre y salpicada, como todas estas lagunas altiplánicas, de grupos dispersos de flamencos a los que yo nunca había visto con unos tonos rosado-rojizos tan intensos. Pasamos la noche en condiciones un tanto precarias en el llamado ‘Refugio de la Laguna Colorada’. Sin lavabo, ducha, o nada que se le pareciese y con una altura de 4.300 metros y un frío por la noche de pelar. Apenas dormimos.
Hoy arrancamos bien al amanecer para una larga jornada de pistas bastante precarias que seguían aproximadamente la línea de la frontera entre Bolivia y Chile dirección norte y pasaban, como el día anterior, entre volcanes y lagunas de todos los colores.
A media tarde descendimos al salar de Chiguana y llegamos a la línea de ferrocarril Uyuni-Antofagasta que yo había recorrido en un viaje anterior muy lejano, creo que hace, mas o menos, unos 25 años, ya por entonces me había maravillado el paisaje. Al poco de llegar allí pasamos por una ruina de estación de ferrocarril con un cuartel del ejercito boliviano que me recordó algunas de las escenas de la guerra de las galaxias. Los soldaditos con la barrera bajada nos pedían agua pues por lo visto solo tenían la que les dejaba el tren que no siempre paraba. En aquel momento habíamos bajado a unos 3.700 metros y ya estábamos en pleno altiplano boliviano, no viajando por los puertos altos de los Andes, lo que se notó en que la vegetación y la población comenzaron a aparecer y en las últimas dos horas, ya bordeando el salar, hemos visto hasta abundantes tierras de cultivo de una pseudo-gramínea llamada quinua que hoy por lo visto vamos a cenar. Recuerda al mijo pero parece ser que es mucho más rica en proteinas que la mayor parte de las gramíneas y además resiste bien las alturas.
No he hablado nada hasta ahora del grupo porque todo el tiempo me lo ha llevado describir los lugares por donde hemos ido pasando. Creo que se trata de un conjunto de gente variopinta, como es lógico, pero en general bastante normal y que no han planteado grandes problemas ni producido alegrías desbordantes, un grupo bastante neutro diría yo. Como siempre hay madrileños, catalanes, vascos y algunos de otras partes, un maño, un sevillano...Destacaré la guía argentina, de Salta, llamada Graciela, que me parece muy competente, agradable y alegre.
Bueno tengo que parar porque lo políticamente correcto ahora es que me pegue una ducha.